Que sé con pura certeza que nadie va a quererme. Al menos no ni la décima parte de la mitad de un tercio de lo que te he querido yo. Y eso, créeme, ya es mucho querer.
Que ahora toca ser fuerte o al menos parecerlo, porque lo que importa al fin y al cabo es que sigas escondiendo cada lágrima detrás de una falsa sonrisa para complacer al mundo.
Y que, aunque nunca me hayas podido querer como yo lo hice, sé que siempre me has dado mil veces más de lo que merezco. Gracias.
No hay comentarios:
Publicar un comentario